¿Será cosa de locos? Razones por las que acudir al psicólogo
A pesar de que los prejuicios para acudir al psicólogo han ido cambiando en estos últimos años, todavía se sigue asociando esta profesión con la locura. Esto es más acentuado cuando se trata de población adulta, no obstante, muchos niños se avergüenzan cuando sus padres los llevan al psicólogo porque todavía hay mucha falta de información al respecto.
Esta falta de conocimiento e ideas negativas respecto al trabajo del psicólogo hace que a muchas personas les resulte más fácil acudir a su médico de familia cuando se sienten ansiosos o depresivos para que este les recete una medicación que solamente actuará sobre los síntomas y no sobre la base del problema. Así, en consulta, nos encontramos gente medicada durante años, en las que no ha habido ningún seguimiento, con problemas cronificados que la medicación no ha logrado solucionar pero que si ha ayudado a generar un problema nuevo, la dependencia física y psicológica a los psicofármacos.
Esto no quiere decir que el tratamiento farmacológico no sea útil, al contrario, en muchas ocasiones no se podría avanzar si no fuera por é para actuar sobre la bioquímica cerebral. Lo que sí es imprescindible, es ponerse en manos de especialistas, psicólogos y/o psiquiatras, que según nuestras circunstancias individuales y con el uso combinado de las distintas terapias disponibles, nos ayuden a afrontar nuestras dificultades y realicen un seguimiento de nuestra evolución en el tiempo, valorando la necesidad de suprimir o continuar con la terapia.
Todos en algún momento de nuestra vida podemos pasar malas temporadas, sentirnos ansiosos, deprimidos y vernos superados por las circunstancias, por ejemplo, tras la muerte de un ser querido, una separación, exceso o carencia de trabajo … pero poco a poco somos capaces de ir superándolo y continuamos adelante. El problema se plantea cuando el tiempo va pasando y vemos que no podemos tomar las riendas de nuestra vida, hemos perdido el control y nada de lo que hagamos parece funcionar.
Esta pérdida de control puede vivirse de muy diversas formas, puede ser que sintamos desesperanza, que simplemente el hecho de abrir los ojos por la mañana y empezar un nuevo día suponga un reto que parece insuperable. Las cosas que nos motivaban dejan de hacerlo y puede que incluso nuestra vida deje de tener sentido.
Tal vez, nuestros miedos hayan campado a sus anchas y sean ellos los que determinen de qué modo vivir. Evitamos lo que tememos y sin que nos demos cuenta nos van acorralando y nos hacen sus prisioneros. Sabemos que, muchas veces, son miedos irracionales pero no sabemos cómo enfrentarlos.
Nuestro ritmo de vida actual es caldo de cultivo para los problemas de ansiedad en sus distintas manifestaciones. Vivimos con prisa, en la inmediatez, nos presionamos innecesariamente y queremos llegar a todo, creamos necesidades que nos esclavizan y nuestro sistema nervioso se va desgastando. Aparecen síntomas físicos, palpitaciones, dolores corporales, mareos, problemas con nuestro sistema inmunológico… que no son más que un reflejo de todo lo que está pasando por nuestra cabeza. De nada vale intervenir sobre estos síntomas si el origen de los mismos y lo que los están manteniendo no se modifica.
Estos son algunos de los motivos, junto con otros muchos (Estrés, ansiedad, depresión, melancolía, problemas de pareja, sexuales, sueño, obsesiones…) por los que una persona con una vida normal podría pedir ayuda a un psicólogo. Hacerlo no es una muestra de debilidad, al contrario, es una muestra de valentía y corajeya que supondrá tener que enfrentarnos a las cosas que más tememos.
Por suerte, en los últimos años, la Psicología ha dado un giro y no solo mira hacía la enfermedad. Ahora, muchas personas acuden a la consulta para mejorar sus niveles de bienestar, para aprender a disfrutar del momento y de las pequeñas cosas que la vida nos ofrece, a establecer prioridades y discriminar lo que es verdaderamente importante.
El psicólogo nos aportará una visión objetiva de nuestra situación, sin juzgar, ayudándonos a identificar errores, emociones, pensamientos distorsionantes, limitantes y a trabajar para gestionarlos y afrontarlos.
Como no existen fórmulas mágicas, el tiempo de duración y el éxito de la terapia dependerán de múltiples factores. Uno muy importante es que haya una buena conexión con el terapeuta, que sintamos que es alguien en quién podemos confiar y que hará todo lo posible por ayudarnos en nuestra andadura. Muchas personas acuden pensando que el psicólogo dispone de una varita mágica y que sin más, sus problemas se resolverán poniendo toda la responsabilidad en sus manos. Nada más lejos de la realidad, se necesita compromiso y esfuerzo por nuestra parte para ir avanzando.
Reaprender habilidades, gestionar emociones, cambiar actitudes, modificar conductas… lleva su tiempo. Además, a lo largo de la terapia pueden ir apareciendo cuestiones que no aparecieron en un principio, bien sea porque no se identificaban como problema, no se consideraron importantes o por falta de confianza y hace que sea necesario un cambio de objetivos o introducir modificaciones en la terapia.
A veces, somos nosotros mismos los que boicoteamos el avance de forma consciente o inconsciente, no estamos dispuestos a hacer el esfuerzo, queremos resultados rápidos, nuestros miedos nos impiden dar el siguiente paso, existe una ganancia secundaria… por eso para los terapeutas es fundamental contar con una buena actitud y motivación por conseguir el cambio y aunque lleve tiempo, sin ninguna duda, habrá merecido la pena.
Esperemos que estas resistencias que todavía quedan sobre lo adecuado o no de acudir al psicólogo vayan desapareciendo y lo mismo que acudimos a nuestro médico o al especialista de referencia cuando sufrimos un dolor físico, acudamos al psicólogo cuando sufrimos un dolor emocional o un dolor físico como consecuencia de nuestros pensamientos o estilo de vida. Esperar demasiado tiempo es alargar el sufrimiento inútilmente.
En la Clínica Élite te proporcionaré herramientas y protocolos de actuación personalizados para que puedas solventar todos los avatares y problemas que se te vayan presentando en la vida.