Epicondilitis lateral o “codo de tenista”
La epicondilitis lateral o “codo de tenista” es una lesión inflamatoria que afecta al tendón de los músculos epicondíleos, provocando la inflamación de dicho tendón y de su inserción en el epicóndilo lateral del húmero.
Un poco de anatomía:
La musculatura del antebrazo se divide en dos compartimentos:
- Grupo anterior: Músculos que se sitúan en la parte anterior del antebrazo, realizan movimientos de flexión de muñeca y dedos y movimientos de pronación (giro interno de muñeca) y desviación interna. Estos son los llamados “músculos epitrocleares” y se adhieren al húmero en la epitróclea (una protuberancia ósea a nivel interno).
- Grupo posterior: Son los músculos que se sitúan en la parte posterior del antebrazo y realizan movimientos de extensión de muñeca y dedos, movimientos de supinación (giro externo de muñeca) y movimientos de desviación externa. Se llaman “músculos epicondíleos” porque se anclan al húmero a través de un tendón común en el epicóndilo (protuberancia ósea a nivel externo).
Mecanismo de la lesión:
- La entesitis (inflamación de la zona de unión de un tendón a un hueso) por microtraumatismos repetitivos es la causa más frecuente.
- Afectación de la articulación del codo por movimientos repetitivos de flexión-extensión y pronosupinación, que provocan alteraciones de los elementos de la articulación; cápsula articular (la envoltura de la articulación), cartílago articular, ligamentos etc… generando un cuadro congestivo e inflamatorio.
- Neuritis (inflamación del nervio) del radial por movimientos repetitivos o microtraumatismos.
- Alteración de las vértebras cervicales (5º,6º y 7º).
Signos y síntomas:
El síntoma principal es el dolor, localizado en el epicóndilo, que comúnmente irradia a todo el antebrazo e incluso puede llegar a la muñeca y los dedos. El dolor suele tener un inicio insidioso y aumenta progresivamente con el ritmo de las actividades físicas y exigencia a la musculatura del antebrazo. El dolor se exacerba con la extensión activa de muñeca y con la flexión pasiva.
Puede aparecer debilidad muscular al coger objetos y en actividades cotidianas como batir huevos, escurrir una fregona, abrir una cerradura, etc.
En fases agudas se puede apreciar tumefacción o aumento de volumen en el tendón y en la musculatura.
Las parestesias u hormigueos dolorosos aparecen cuando hay compresión nerviosa por la tensión muscular y la inflamación.
Diagnóstico:
Su sintomatología característica orienta al diagnóstico, que se confirma mediante tests funcionales y palpación.
Raramente se suele recurrir a las pruebas por imagen, aunque se pueden solicitar si la lesión no evoluciona con tratamiento de fisioterapia/osteopatía. En este caso se puede solicitar un estudio radiológico, ecográfico o una resonancia magnética, que resulta útil para valorar la existencia de otras lesiones óseas, articulares o ligamentarias.
Causas:
- Origen local: Movimientos repetitivos de muñeca y codo y sobreúso de la musculatura del antebrazo, que genera sobrecarga, trasladando las tensiones musculares al tendón y generando irritación e inflamación.
- Origen articular a distancia: Pueden existir conflictos biomecánicos en articulaciones vecinas (el codo y la muñeca) que provoquen disfunciones en la articulación del codo, comprometiendo la biomecánica normal de esta articulación.
- Origen cervical: Disfunciones de las cervicales 5º, 6º y 7º pueden desencadenar una epicondilalgia o mantener una epicondilitis ya existente; hay que tener en cuenta que la inervación del miembro superior procede del plexo braquial (nervios que se originan a nivel cervical bajo).
- Origen visceral: El hígado y la vesícula biliar, así como el estómago pueden guardar relación con las lesiones tendinosas a este nivel.
Factores de riesgo:
La epicondilitis es popularmente conocida como “codo de tensita” porque es la lesión típica de los deportes de raqueta, sin embargo los atletas no son las únicas personas que sufren este tipo de lesión. Lo cierto es que en clínica nos encontramos todo tipo de perfiles, desde personas que desempeñan trabajos físicos que implican movimientos repetitivos de muñeca, sobre todo giros (peluqueros, pintores, pescaderos, camareros etc), personas que desempeñan trabajos con maquinaria que ejerce vibración hasta personas que se dedican a las labores del hogar (gestos como limpiar cristales, escurrir la fregona…).
También existen epicondilitis que no están asociadas a movimientos repetitivos, como comentábamos anteriormente, por tanto otros factores de riesgo serían los conflictos biomecánicos en articulaciones vecinas, en las cervicales o alteraciones del sistema digestivo.
Complicaciones:
Es posible que las tensiones mantenidas puedan provocar la compresión de los nervios del antebrazo, dando lugar a parestesias, que son hormigueos dolorosos.
También puede ocurrir que la lesión provoque un déficit en la vascularización del tendón y esto predisponga a la cronicidad de la lesión, incluso a que aparezcan calcificaciones en el tendón o que éste se rompa o se desgarre.
Las calcificaciones aparecen como consecuencia del roce e irritación mantenido del tendón que provocan un acúmulo de calcio en el tendón; el cuerpo trata de endurecer el tejido para evitar una rotura.
La lesión puede afectar a otras estructuras articulares como la cápsula articular, el cartílago, los ligamentos, etc.
Tratamiento:
En fases agudas el tratamiento irá encaminado a modular la inflamación y disminuír el dolor.
El terapeuta realizará un examen exhaustivo para determinar el origen de la lesión, ya sea local o a distancia y, una vez identificado el problema se tratará desde su origen. El tratamiento de fisioterapia/osteopatía tiene una alta efectividad en este tipo de lesiones y raramente es necesario recurrir al tratamiento médico o quirúrgico.
Prevención:
El tratamiento preventivo dependerá del estilo de vida de cada paciente y de su ocupación laboral. El terapeuta puede dar una serie de recomendaciones de higiene postural y ergonomía tanto en casa como en el trabajo.
Puede ser útil realizar estiramientos de la musculatura flexora y extensora del antebrazo, especialmente después de la jornada laboral o la práctica deportiva.
En ocasiones también están indicados ejercicios de fortalecimiento del miembro superior.